Bum, bum. Bum, bum. Es el sonido de nuestro corazón con cada latido.
Bum, bum. Bum, bum. Es lo que todas las madres esperan oír a las 6-8 semanas de gestación, y cada vez que se hacen una revisión durante el embarazo. Es el sonido de la vida.
Y es lo que los pediatras tenemos la suerte de oír cada vez que nos ponemos el fonendoscopio para auscultar a su hijo, indicándonos el ritmo de su corazón.
Pero, ¿qué pasa cuando además encontramos un soplo en el corazón? ¿Qué es eso? ¿Es importante? ¿Por qué el médico de urgencias me dice que mi hijo tiene un soplo cuando el pediatra no me ha dicho nunca nada?
El soplo supone el primer motivo para derivar un niño al cardiólogo infantil. Es un “ruido” que los pediatras podemos escuchar cuando auscultamos el corazón del niño, y la mayoría de las veces no tiene importancia. En ese caso lo llamamos “soplo inocente” y se encuentra aproximadamente en 3 de cada 4 niños sanos, motivo por el cual el pediatra muchas veces no lo comenta.
La identificación de un soplo cardíaco, y su caracterización como inocente o no, podría compararse a escuchar música. Hay que fijarse en su intensidad, tono o frecuencia, timbre, longitud y duración. Y es tarea del pediatra y/o cardiólogo definir si ese soplo parece realmente inocente o si puede esconder una cardiopatía congénita, es decir, una enfermedad del corazón. Pero eso no siempre resulta fácil, ya que requiere, además de conocimiento y experiencia, un ambiente silencioso y tiempo, muchas veces ausente por la excesiva carga asistencial que encontramos en las consultas o en los servicios de urgencias. Incluso teniendo las óptimas condiciones y con una auscultación clara, se nos “escapa” un pequeño porcentaje de patología cardíaca.
Pero ¿qué debo hacer si a mi hijo le detectan un soplo en el corazón? Pues seguir las indicaciones del pediatra. La mayor parte de los soplos inocentes aparecen o varían con la posición del niño, y aumentan de intensidad cuando la frecuencia cardíaca aumenta, por ejemplo con la fiebre, nerviosismo o después de realizar ejercicio. Es por ello que muchas veces se detecta o se informa del mismo a los padres en un servicio de urgencias, cuando por ejemplo el niño está con fiebre o con bronquitis, aunque seguramente el pediatra ya lo había calificado de inocente y le hacía un seguimiento clínico.
Entonces, ¿cómo se puede confirmar si un soplo es inocente o nos avisa de ese 2% de cardiopatías congénitas indetectables mediante la auscultación? Pues realizando una ecografía cardíaca, una prueba inocua similar a las ecografías de las embarazadas, y que realizan los cardiólogos infantiles, o los de adultos con experiencia en niños. Con esta prueba somos capaces de ver el corazón y sus estructuras, y comprobar si ese “ruidito” está justificado o no por alguna alteración del mismo, y derivarlo en caso necesario a un centro especializado en cardiopatías congénitas para su intervención.
Así pues, en general, hay que transmitir tranquilidad a los papás cuando el pediatra les informa sobre un soplo en el corazón, porque además de que muchas veces no va a ser nada importante, siempre podremos corroborarlo con una ecografía y obtener el resultado en aproximadamente 15-30 minutos.
De hecho, la Academia Americana del Corazón recomienda realizar una ecocardiografía a todos los niños menores de 2 años con un soplo cardíaco aunque no tenga síntomas, o a cualquier edad si hubiera dudas respecto al tipo del mismo.
Todo para poder escuchar con tranquilidad ese sonido que nos calma desde que nos hallamos en el vientre materno: bum, bum. Bum, bum.
Publicado el 25 de febrero de 2012 en el Diario Información de Alicante
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