Bravo por la música

hamelinMelody Gardot, una de las grandes personalidades del jazz actual, sufrió un grave accidente a los 19 años que la mantuvo ingresada varios meses en el hospital. Había perdido la memoria a corto y medio plazo, y la capacidad para hablar y andar con normalidad. Los médicos, desesperados por su lenta recuperación, le sugirieron utilizar la música para volver a crear conexiones neuronales y recuperar dichas habilidades. Meses después compuso su primer disco, que la lanzó a la fama.

A pesar de que esta historia no deja de ser una anécdota, la musicoterapia o terapia musical se ha empleado en varios hospitales, como el Hospital La Paz de Madrid o el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Tiene como objetivo estimular o relajar al paciente ingresado, así como facilitarle la comunicación, la movilidad y el aprendizaje de habilidades perdidas o no adquiridas.

El poder de la música siempre ha fascinado al ser humano. Pitágoras ya le atribuía propiedades curativas, y Platón consideraba que “La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”. Dos mil años después, la medicina moderna sigue sirviéndose de la música para ayudar a niños y adultos a satisfacer necesidades físicas, cognitivas, emocionales y sociales. Lo bueno es que no es necesario tener conocimientos musicales para disfrutar de los beneficios terapéuticos de la música: ya en el vientre materno, desde la semana 20 de gestación, somos capaces de oír esas combinaciones de notas musicales que tienen el poder de mover sensaciones o cambiarnos el humor, y que también pueden influir en nuestra salud.

Múltiples estudios han observado que escuchar cierto tipo de música de forma regular disminuye la frecuencia cardíaca y la tensión arterial, es bueno para el estrés y tiene efectos positivos en distintas enfermedades cardiovasculares en adultos. Pero los beneficios de la musicoterapia se extienden no sólo al corazón, sino también al cerebro y al sistema inmunológico. También se ha demostrado que mejora la depresión, el insomnio, e incluso síntomas físicos en pacientes con cáncer o en niños ingresados en la UCI pediátrica. Además, se puede utilizar antes de aplicar procedimientos invasivos o cirugía, por la capacidad de la música de disminuir la sensación de dolor y la ansiedad.

La práctica de un instrumento musical, por ejemplo, reduce los efectos del deterioro mental en pacientes con Alzheimer. Los investigadores también han encontrado que esta técnica de apoyo  puede mejorar la independencia, creatividad, autoestima, y comunicación en niños con autismo o con Síndrome de Williams: la musicoterapia, aprovechando que estos niños suelen tener una afinidad y talento especiales para la música, utiliza técnicas de improvisación musical que les ayuda a expresar sentimientos y emociones que les cuesta comunicar verbalmente, facilitando así su integración social.

Esta terapia exenta de efectos secundarios puede mejorar la vida en algunos casos en los que los fármacos no son totalmente efectivos, por lo que es un recurso con el que vale la pena contar. La música suma belleza a nuestra vida y además, como dijo Cervantes, “quien canta, sus males espanta”.

Publicado en el Diario Información el 6 de Septiembre de 2014